La Cátedra conmemora los 500 años del primer bautizo en Filipinas

Nuestra gente se regocijó aquí [en Cebú] mucho: las muestras de la gente de la tierra fueron de mucho placer y el Señor de esta isla con poco ruego se tornó cristiano y lo mismo su mujer; a él llamaron don Carlos como a la Majestad Cesárea. Su mujer se llamó doña Juana; y en menos de quince días se tornaron cristianos en esta isla más de diez mil. Esto se supo por la memoria que el que los bautizaba tomó.” (1)

Así de escueto es el relato que uno de los expedicionarios de la Primera Vuelta al Mundo nos dejó escrito acerca de los orígenes de la evangelización en Filipinas. Se trata de Ginés de Mafra, uno de los navegantes que tuvieron la fortuna de regresar a España no sin antes pasar un calvario en cárceles portuguesas, cuando la nao Trinidad fue apresada por aquellos en las islas Molucas.

No es la única crónica del evento, como sabemos. Al menos tenemos otras tres contemporáneas: el Roteiro del conocido como Piloto Genovés, la obra de Maximiliano Transilvano y la omnipresente crónica de Antonio Pigafetta. Este último, como es habitual, es el más prolijo en contar detalles. Además, relata cómo el mismo día que se bautizó la reina de Cebú se le hizo entrega de la imagen del Santo Niño, convertida en icono y símbolo del catolicismo en aquellas tierras:

Acabada la comida, fuimos a tierra muchos con el capellán para bautizar a la reina y a otras cuarenta mujeres. Subimos con ellas al estrado, y yo mostré a la reina una imagen pequeña de la Virgen con el Niño Jesús que le agradó y enterneció mucho. (…) Supo el capitán que a la reina le gustaba mucho el Niño Jesús, y se lo dio, para que lo tuviera en lugar de los ídolos; ella lo aceptó dándole las gracias”. (2)

 

No sería hasta décadas más tarde cuando se puso en marcha un sistemático y constante proceso de evangelización, que ha conducido a que hoy Filipinas sea el tercer país con mayor número de católicos del mundo. Exponente de esta realidad fue la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Manila en 1995, que logró reunir a más de cuatro millones de jóvenes en torno a la llamada de San Juan Pablo II. Ninguna otra de estas convocatorias mundiales de jóvenes se ha acercado a la cifra filipina.

Así lo recordaba recientemente el Nuncio de Su Santidad en España, Monseñor Bernardito Auza en el acto celebrado el pasado 14 de abril en el Colegio Mayor Universitario San Pablo para conmemorar el V Centenario de la llegada del cristianismo a Filipinas. Ese día, pero de 1521, se bautizaba el rey de Cebú, Humabon, junto con su esposa y un gran número de súbditos. Otro testimonio nos lo da Maximiliano Transilvano, hombre que no participó en la expedición, pero que decía haber sido informado por el propio Juan Sebastián Elcano y por Pigafetta:

Después que el capitán Magallaes y sus compañeros hubieron comido, andando mirando la casa del rey, vieron estar echado en una cama un enfermo muy debilitado y flaco, y preguntando quién era aquel enfermo, y qué enfermedad era la que tenía, dijeron y dieron a entender a Magallaes que era nieto del rey, y que había dos años que estaba en cama fatigado de muy grandes calenturas. Pues como el capitán Magallaes oyese aquesto, dijo al enfermo que luego sería sano si se encomendase a Nuestro Señor Jesucristo, lo cual, oído por el indio enfermo, dijo que le placía de lo hacer así, y trayéndole una cruz la adoró; y luego fue bautizado y al tercero día quedó tan sano como si mal alguno no hubiera tenido, levantándose de la cama, y andando y comiendo y haciendo todas las otras cosas que un sano suele hacer. Y decía este indio muchas cosas que había visto en visión en sueños. Y por no me detener en muchas palabras, no quiero cuanto a esto decir más, sino que visto por el rey de Subuth su abuelo, tan grande milagro, se convirtió a nuestra santa fe católica y se bautizaron él y más de mil y doscientos de sus indios”. (3)

Sea cual fuere la secuencia de los hechos, y el número de bautizados, lo cierto es que la Iglesia en Filipinas está de celebración, y desde la Cátedra Internacional CEU Elcano. Primera Vuelta al Mundo, en colaboración con la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), hemos querido sumarnos a esta conmemoración con un evento sencillo y emotivo y que contó con la presencia del Nuncio de Su Santidad, Monseñor Bernardito Auza, filipino de nacimiento.

En la capilla del Colegio Mayor Universitario San Pablo, presididos por el imponente mosaico realizado por el artista esloveno, Marko Ivan Rupnik, el Nuncio presidió la celebración de la Misa, en presencia de un número de personas limitado por la situación sanitaria fruto del COVID 19. La asistencia mínima no restó ni un ápice de solemnidad al evento.

 

A continuación, en el Salón de Actos del Colegio Mayor, tuvo lugar un acto académico. Junto al Nuncio se encontraban Monseñor Fidel Herranz, Consiliario de la ACdP, Alfonso Bullón de Mendoza, presidente de la ACdP y de la Fundación Universitaria San Pablo CEU, y María Saavedra, directora de la Cátedra Internacional CEU Elcano. Primera Vuelta al Mundo.

En su presentación, Alfonso Bullón de Mendoza señaló que aquellos navegantes españoles deseaban conocer mejor su mundo, llegar a las islas de las especias y a la vez eran “embajadores de su cultura y de su fe”.

Por su parte, María Saavedra resaltó la importancia de tender puentes entre países hermanos como son Filipinas y España, realidad que se visualizaba en la presencia de las banderas de ambos países en el estrado, y agradeció a Mapfre, patrocinador de la Cátedra, su apoyo.

El Almirante Santiago Barber, asesor del AJEMA para la celebración el V Centenario, recordó los principales hitos de la expedición de Magallanes y Elcano, señalando que la llegada de las tres naos supervivientes a las islas “que denominan de San Lázaro, porque como al santo amigo de Jesús, les permitieron volver a la vida cuando ya la daban por perdida.” Continuaba su intervención indicando que “en Filipinas los expedicionarios encontraron gentes de gran bondad, que les atendieron y con los que hicieron amistad desde el primer momento”, tal como señaló Francisco de Albo en su Derrotero.

 

La lección magistral fue impartida por el Capitán de Navío (R) Juan Caamaño, y se centró en explicar la simbología del logo diseñado para esta conmemoración en Filipinas. Sus elementos hacen presente la realidad del primer bautizo, el Espíritu Santo, la Cruz del Hijo y las manos del Padre. Todo ello enmarcado por los colores azul y rojo de la bandera de las Filipinas.

 

Juan Caamaño hizo referencia a su condición de marino y católico, lo que le permitía en cierto modo identificarse con aquellos navegantes del siglo XVI. Terminó su intervención aludiendo a la religiosidad popular que hoy se vive en Filipinas, y que tiene su origen en la llegada de los misioneros. Destacó la extendida devoción al Apóstol Santiago, Patrón de España, y muy venerado en aquellas tierras.

 

 

Por último, habló el Nuncio de Su Santidad, que reconoció resultarle doblemente grato participar en el acto, como nuncio y como filipino nacido en una isla cercana a Cebú. “La fe cristiana es la herencia más grande, más profunda y más duradera de los más de tres siglos de presencia española en las filipinas, por la cual estamos profundamente agradecidos a los misioneros que nos anunciaron el evangelio a través de los siglos.” En cierto modo dejó ver algo de sus sentimientos más íntimos cuando aseguró que se sentía afortunado de representar al Papa “donde, de alguna manera, empezó todo”.

Tras las palabras del Nuncio, el Presidente de la ACdP cerró el acto agradeciendo la organización del mismo, la presencia del Nuncio, así como la magnífica labor de la Iglesia filipina en defensa del cristianismo dentro de las islas.

Ver acto completo 

(1) Ib., p . 42

(2) La Primera Vuelta al Mundo. Ed. Miraguano/Polifemo, 2018, p. 168

(3) Ib., p. 251